En la vertiginosa peripecia periodística de un diario, con un cierre de página cada 10 minutos,
se cometen errores involuntarios, difíciles de evitar. Ese ritmo, ese vértigo, productor de riesgos que no poseen otro tipo de publicaciones, no diarias, ajenas a la inminencia de la guadaña del tiempo, obliga a una norma no escrita de todos los diarios honestos del mundo: reconocer de inmediato el error cometido.
Ayer cometimos uno de ellos. Se informó que simultáneamente con el procesamiento del ex
gerente general del Automóvil Club se había producido el procesamiento del contador Orrico
por encubrimiento.
Pues bien, el contador Orrico no fue procesado. Su caso continúa aún a resolución del
magistrado y al respecto sólo se expidió el fiscal y ni siquiera fue citado a la audiencia de
ratificación del artículo 126 del CPP, lo que permite suponer que no sería procesado.
El periodista que elaboró la noticia se informó en una fuente confiable y eficiente y publicó lo
que creyó entender que la fuente le había informado. Publicada la noticia, la fuente nos explicó
que el periodista le había entendido mal y éste aceptó tal posibilidad. Y como se trata de
fuentes y periodistas honestos, aceptamos el malentendido, y de inmediato lo aclaramos a la
opinión pública.
Por nuestra parte, sin intención de interferir en la decisión final sobre el contador Orrico, creo
que se trata de una persona de bien y de un profesional responsable que está viviendo
circunstancias aciagas por hechos derivados de terceros. Pero es sólo mi opinión. La de la
Justicia se sabrá después de la feria judicial.